Desde Santander llegamos por la CA-231, pasamos Soto de la Marina y al llegar al barrio de Las Higueras nos desvíamos a la derecha.
Está indicado en un cruce con el nombre de las playas.
A un kilómetro hay otro desvío a la derecha para la Playa de Covachos.
Otros trescientos metros y llegamos al aparcamiento en un prado.
El desvío es una carretera estrecha, bien asfaltada y correctamente indicada.
Desde la parada de autobús en el cruce del desvío hasta la playa hay mil quinientos metros.
La Playa de Covachos es una playa aislada de núcleos de población.
Los accesos son complicados y la influencia de las mareas en el tamaño de está y la salida de la gente es muy grande.
Todo ello hace que sea una playa de concurrencia baja, de personas jóvenes y nudista.
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En el mapa de Google Maps vemos la Playa de Covachos con la Isla del Castro cerca de la costa.
Nos acercamos a la playa por el desvío y la carretera se transforma en un camino desde el que ya vemos la parte más alejada de la playa.
El camino se convierte en sendero por el que baja agua cuando llueve.
Por debajo pasa un arroyo, ya canalizado, que cae por el borde del acantilado formando una cascada.
En pleno verano tiene agua y al caminar se oye como corre por debajo.
Donde está el cartel empieza la bajada a la playa.
Al fondo vemos la Isla del Castro y la parte más alejada de la playa.
Como la marea está bajando el tómbolo de arena empieza a verse y como las olas chocan por encima de él.
Estos son los primeros tramos escaleras de cemento.
Descendemos hasta las barandillas de metal.
La parte más alejada de la playa con el tómbolo de arena y la Isla del Castro.
Más tarde quedará al descubierto con la bajamar mucha más arena húmeda de la playa y se podrá pasar andando de una parte a otra.
La zona de la playa más protegida del viento por los acantilados y donde hay más extensión de arena seca en pleamar.
Esta es la parte más concurrida.
Desde la playa vemos el resto de escaleras de bajada desde las barandillas.
Dependiendo de las mareas y de los temporales hay años en que la playa tiene más o menos arena en determinadas zonas.
Este es uno de los años en que tiene mucha arena y las escaleras de abajo llegan hasta la misma arena.
Cerca de las barandillas de metal y en la zona en que se ve un tramo de vegetación vertical es por donde cae el agua de la cascada al desembocar el arroyo que discurre canalizado por el sendero de entrada.
El acantilado por detrás de esta zona de la playa con el útil en lo alto empleado para sacar las algas.
Por arriba va el sendero que comunica por la costa la Playa de la Arnía con la Playa de Covachos.
Dejamos atrás la zona más cercana a la entrada.
Un poco más tarde las olas ya no llegarán hasta las rocas de esta zona intermedia.
Hoy hay poca afluencia de gente.
La Isla del Castro desde un lateral observándose en ella las huellas de la erosión por el oleaje y las mareas.
La Isla del Castro desde un lateral observándose en ella las huellas de la erosión por el oleaje y las mareas.
Está más despejada y tiene poca protección frente al viento salvo en la parte más cercana a las paredes del acantilado.
Aquí se observa como las olas provienen de las dos direcciones perpendiculares a éste y chocan en el centro, por donde se va a poder caminar en marea baja hasta la isla.
Qué playas tan geniales!!! Se me ha hecho la boca agua... de mar y arena. (Los paseos que me daría yo por allí). Y es maravilloso no ver ladrillo y gente!!! (Los acantilados y los accesos complicados las protegen...)
ResponderEliminarUna delicia será ver los cambios de la mar. Eso me impresionó mucho a diferencia del Mediterráneo en que apenas se nota la baja-pleamar.
Qué bueno que sepas disfrutarlo y transmitírnoslo para darnos envidia! (Algún día me perderé por Cantabria)
Un abrazo.
Gracias Transi. Sí, es muy distinto al Mediterráneo, pero ambos tienen su encanto.
ResponderEliminar!Pero ojo! El ladrillo siempre acecha.Un saludo.